lunes, 24 de noviembre de 2008

Matías Balsera Rodríguez

Matías Balsera Rodríguez. Nacido el 23 de febrero de 1883, en Gibraleón (Huelva). Adelantado de la radiodifusión, recibió el calificativo de «el primer experimentador español». En el 1903 ingresó en el Cuerpo de Telégrafos. Su ingreso fue motivado, además de por sus estudios, a su fama, tras haber efectuado diversos ensayos radiotelegráficos, entre Cádiz y el Puerto de Santa María.
Ideó un sistema de sintonización que permitía enviar y recibir señales codificadas. En 1905, patentó su sistema, denominándolo “Un sistema sintonizador y director de torpedos por medio de las ondas de Hertz”.
Estas pruebas, obtuvieron tanto éxito que Marconi llegó a interesarse por ellas. Matías Balsera, pasará a la historia por muchas cosas, pero principalmente por haber sido el conductor de la primera emisora radiotelegráfica de aficionados. Con ella logró comunicaciones con los barcos que llevaban idéntico medio en la Compañía Transmediterránea. Matías Balsera, desarrolló en 1909, un transmisor telegráfico rápido, que fue aprobado por la Dirección General de Telégrafos. En 1910 inventó un telégrafo portátil para usos militares y un año mas tarde, construyó una estación Morse automática, para oficinas con un solo operador. Posteriormente inventaría el radio estereoscopio y el radiomegáfono. Su más espectacular trabajo, se produjo en el año 1910: la permanente comunicación de una emisora fija con un tren en marcha, utilizando un transmisor de corto alcance. No acabó aquí la inventiva, de este español, que en 1922 efectuó los primeros ensayos de radiodifusión, desde la estación radiotelefónica del Palacio de Comunicaciones de Madrid, retransmitiendo varios conciertos de la Banda Municipal. Balsera residió en Inglaterra durante ocho años, e inventó en Londres un sistema de rayos X, con los cuales pueden verse y localizarse todos los cuerpos extraños sin necesidad de operaciones trigonométricas. El Radio-estereoscopio, como lo llamó su autor, fue adoptado por el “Saint Mary Hospital” de Londres, donde ha seguido funcionando desde la época de su instalación. Matías Balsera dejó escrito en 1925 la siguiente reflexión, desencantado por sus fracasos provocados por el poco interés de la administración y la falta de iniciativa del capital español en sus inventos: “La inercia, esta inercia tan española, causa de nuestro retraso y, por qué no decirlo, de nuestra ignorancia”.